Arrastrándose
a la pequeña llama de esperanza y aliento de vida, ¿que podría ser peor?, se
preguntaba al no poderse levantar, sintiendo como el contacto de su cuerpo se
iba de su control, pero estaba equivocado, lo peor era que todavía seguía con
sus ojos abiertos, sintiendo como escurría su propia sangre, mareado del olor
provocando nauseas y una punzada de dolor en su cabeza.
Ah
como dolía su cabeza, un poco más que las heridas que terminarían matándolo,
pero que solo sentía adormecido, excepto su cabeza, sentía como su respiración
se volvía cada vez más irregular, provocando que sus pulmones se contrajeran
provocando un dolor intenso por su pecho.
Volteaba
a su alrededor para comprobar que no había más vida, muchos como él estaban en
el suelo esperando la muerte o simplemente ya había pasado dejándolo solo a él.
Miraba hacia el cielo observando que las banderas dejaron de moverse, estaban
caídas y vacías, el ambiente lo percibía rojo pero sería porque tenía sangre en
sus ojos.
Sobrevivir
no era una opción, ganar la batalla, ¿cómo podría ganar una batalla tan
violenta contra los Saxones, cuando ya no tenía más porque luchar?, cuando el
reino ya no era como antes, cuando sus ideas quedaron rotas por el paso del tiempo,
se culpaba a el mismo, su arrogancia no le permitió ver más allá de la
realidad, se creía invencible olvidando que la suerte no sonríe siempre y ahora
la suerte lo golpeaba, sacudiéndolo de su soberbio trono. Pensaba en todo lo
que debió haber hecho para no llegar ahí derrotado sin que nadie se preocupara
si estaba vivo o no, sentía que era su final, que en algún momento tenía que
terminar pero ¿por que de esa manera?.
Gwynevere lo había dejado justo antes de la
batalla, fue donde la venda se cayo al suelo, cuando sus enemigos se
aprovecharon de la desdicha del rey, declarando una guerra definitiva. Ella fue
la primera en retirarse de su vida, sin ella todo empezaba a derrumbarse, se
sentía inseguro, confundido, traicionado, y más por haberlo dejado por uno de
sus caballeros, por un hombre que juro lealtad y que daría la vida por él antes
de hacerle algún daño, su mejor amigo.
¿Quién más le quedaba para confiar?, ya no en sus
caballeros de la mesa redonda, tampoco en la mujer que se caso y le juro amor eterno,
solo quedaba Merlin. Pero se encontraba ya viejo, indeciso sin darle ninguna
solución, desesperado dejo de escucharlo, pidió que mataran a Lancelot y armó
un ejercito para irse a una batalla en donde buscaría su venganza matando al
que se le cruzara enfrente y al final, al final estaría tumbado en el suelo
esperando a que todo termine.
Con una visión borrosa, ve alguien acercase a él,
llevaba un espada pero ninguna armadura, sería que por fin sus plegarias eran
escuchadas y esa persona terminaría con su agonía, siente unas manos en su
rostro, sus ojos son limpiados y siente que su corazón se detiene al reconocer
que es Morgan.
Vería por última vez a la mujer con la que
creció, se enamoro, se enfrento, la que él amo y odio, la mujer con la que
estaba unido por sangre y separado por sus ideales, todo eso y más para él era
Morgan Le Fay.
Morgan
había luchado toda su vida por su pueblo, como Arturo lo había hecho con el
suyo, y se encontraban ahí los dos, solos con huellas de un torbellino de
sangre, sin nada más que luchar, con las manos vacías ya que ambos perdieron lo
que más querían. Esos eventos hicieron reflexionar a Morgan, si sus destinos no
fueran tan estrictos con ellos, atándolos a desgracias y juegos de historia
entre las comunidades y profecías, ella hubiera amado a Arturo, lo hubiera
amado tanto que su corazón le hubiera permitido, tanto que ella estaría hasta
en el día de su muerte y se quitaría la vida al saber que la presencia del rey
de Camelot faltaría en el mundo.
Lo
acariciaba con amor mientras lloraba un poco, limpiando su rostro de tierra y
sangre con sus propias lagrimas, Arturo sentía sus manos frías y eran
refrescantes sacándolo del infierno en el que se encontraba, estaba contento de
que Morgan estuviera con él, tenía tanto que contarle pero su garganta estaba
seca que apenas podía decir una palabra, entonces derrotado solo dejaba que Morgan
lo abrazara fuertemente, permitiendo oler su perfume que desprendía su cuello.
Siempre
había sido su comunicación cuando trataban de demostrarse afecto, con palabras
era fácil atacarse y discutir pero al momento de mostrar sentimientos de
afección no se decían absolutamente nada con palabras. Todo había terminado,
estaban en tregua, ¿qué más podían perder?, detrás de todo el poder, rencor, y
un solido e importante nombre, se encontraban dos personas que no eran más que
eso.
Morgan
lo miraba detenidamente y le costaba trabajo, sentía una culpa que recorría sus
venas provocándole frustración. Un día antes convenció a Merlin de llevar a
Arturo a Avalon, después de rogarle y discutir consiguió lo que quería, pero no
había manera de evitar la batalla, Merlin le dijo que si Arturo se encontraba
vivo cuando la neblina ocultara todo a su paso, le ayudaría a llevárselo para
que su cuerpo descansara en paz junto a ella, molesta y con su carácter
impulsivo lo amenazo de condenarlo a una vejez eterna.
Era
su castigo, ver morir Arturo en sus brazos ya cuando todo estaba perdido, le
besa la frente tratando de idear un nuevo plan pero solo le quedaban horas
contadas o mucho menos, no podía rendirse, no, ella nunca se rendía, si había
una manera de salvarlo la encontraría y si no había la posibilidad, ella lo
haría posible.
Empezó
a hablarle de cuando eran niños, de cómo lo recordaba, de los días soleados, de
los días lluviosos, las peleas, pero tenía que hacerle recordar los buenos
días, de cómo empezó a enamorarse de él
sin darse cuenta, de lo caballeroso que fue algún día, de los obsequios de
cumpleaños, los paseos en el bosque, cuando la defendía, los banquetes, su
primer caballo.Morgan
no puede seguir recordando todo lo que vivieron juntos, se iba quebrando su
voz, lo abrazaba más fuerte y la neblina nublo su vista. Merlin había llegado.
Con
los ojos llorosos sube la mirada, aliviada de que no estaba sola, le pedía que
le ayudara, con una suplica en su voz que podía quebrantar hasta su peor
enemigo y sintiera compasión por ella.
Después
de todo lo que había vivido Merlin, se sentía tan desconsolado al verlos, dos
grandes tan frágiles como el cristal apunto de romperse con un solo empujón. Rápidamente
le ayuda a levantarlo hasta la orilla del río y con voz firme le explica que
hay una barca con unas de las hermanas de Morgan y así serán llevados a la isla,
Arturo empieza a agonizar cuando ya están cerca.
Merlin
le dice a Morgan que ya no puede seguirlos, a los lejos se ve una barca acercándose
a ellos con personas encapuchadas, Morgan se detiene, sabiendo que
probablemente ella y Arturo no podrán regresar y sería la última vez que vería
a Merlin, él le corrige, diciendo que Arturo podrá volver cuando su reino lo
necesite de nuevo, ella sonríe pone sus manos sobre el rostro de Merlin, cierra
los ojos y las retira para encontrarse con un Merlin más joven, Morgan se había
convertido la única que podía romper el hechizo de Mab, pero sabía que no fue
la razón por la que Merlin regreso por ellos.
Suben
a la barca y Merlin ven como se alejan hacía el amanecer, perdiéndose de vista,
se quedo horas contemplando y pensando en el mismo lugar donde los vio partir,
sabía que Morgan cuidaría bien de Arturo, lo sanaría y si ella tenía éxito, que
era difícil de creer lo contrarío, Arturo Pendragon despertaría de un largo
sueño para encontrarse con unos ojos que anhelaba tanto y el rey no se
apartaría de la idea de estar con Morgan y de poder revivir los días soleados.
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